viernes, 7 de agosto de 2009

LA INTENTONA GOLPISTA DE TEJERO. MEMORIAS DE UN GOLPISTA II


La agresión
-Sois una carroña, sois la escoria de este país, siempre decís mentiras, sois unos mierdas, no tenéis derecho a hacernos fotos, por vuestra culpa nos matan a nosotros-.
Profería el militar procesado, mientras se abalanzaba, en actitud hostil y agresiva hacia un periodista gráfico, al que quiso también arrebatarle su cámara fotográfica.
El teniente de la Guardia Civil, Pedro Izquierdo Sánchez, que en su día fue absuelto por el Consejo Supremo de Justicia Militar, vió anulada esa sentencia por otra. Esta vez del Tribunal Supremo, que le condenó a un año de privación de libertad y la suspensión de empleo, como autor de un delito de rebelión militar.
Tras la lectura del Fallo inapelable del Tribunal Supremo de España, en el Palacio de Justicia, abogados, algunos de los procesados y sus familiares, abandonaron el edificio, entre comentarios nada favorables a la sentencia del mas alto Tribunal español.
Mientras, en la Plaza de la Villa de París, frente al Palacio de Justicia, los periodistas gráficos les esperaban a la salida.Y quiso pagar su contrariedad con los periodistas.
Roberto Cerecedo, de la Agencia de noticias Copi, al divisar al teniente Izquierdo que salía, acompañado de varias personas, disparó varias veces su cámara fotográfica.
-En ese momento sentí que alguien me sujetaba por la espalda y no me dejaba mover. Después, me han dicho, que era el abogado militar Hernández Griñó-.
Efectivamente. Apenas Cerecedo había capturado la imagen de su compañero, encajando los ataques del teniente golpista Pedro Izquierdo Sánchez, otro teniente, esta vez jurídico, del Ejército del Aire, Antonio Hernández Griñó, reducía con una llave de judo, la denominada Doble Nelson, al periodista gráfico, mientras el procesado se disponía a agredirle.
El periodista gráfico de la Agencia Copi, Roberto Cerecedo, experto en Artes Marciales, logró desembarazarse de la presa efectuada por detrás, por Hernández Griñó. Y esquivar prontamente, el fuerte golpe, con que pretendió obsequiarle el teniente Izquierdo, por la condena que le acababa de imponer el Tribunal Supremo.

Las amenazas previas
Los periodistas que siguieron el juicio, por la intentona golpista en España, del día 23 de febrero de 1981, recuerdan sus amenazas a Miguel Ángel Aguilar, de el diario El País, dentro de la Sala, en uno de los numerosos momentos de tensión del juicio.
Y las del abogado, Hernández Griñó, en la Zona de Ayudas del aeropuerto de Barajas de Madrid, en donde estaba destinado. Curiosamente, como jefe de seguridad del 401 Escuadrón del Aire.

La agresión. El teniente Izquierdo se encara con el periodista. Fotografía Copyright de Roberto Cerecedo

Los implicados
Los periodistas también recuerdan, la toma por la fuerza, del Congreso de los Diputados por el teniente coronel Antonio Tejero Molina, pistola en mano y quienes fueron los militares que lo impulsaron y apoyaron:
Los generales, Jaime Milans del Bosch, León Pizarro, Alfonso Armada Comín, Luis Torres Rojas.
Los coroneles, José Ignacio San Martín, Miguel Manchado García. El comandante Pardo Zancada.
Los capitanes, Francisco Asera Martín, Juan Pérez de la Lastra, José Luis Abad, Jesús Muñecas, Francisco Ignacio Román, Carlos Lázaro, Enrique Bobis, Francisco Dusmet, Carlos Álvarez Arenas, Camilo Menéndez, José Cid, José Pascual.
Los tenientes, Pedro Izquierdo Sánchez, José Núñez Ruano, Vicente Ramos, Santiago Vecinos, Vicente Carricona, Manuel Boza, Cesar Álvarez, Jesús Alonso Hernáiz.
El civil, sólo o en compañía de otros, Juan García Carrés.
O el nombre de un conocido banquero vizcaíno, con título nobiliario, nacido a principios del siglo XX, de una de las mas poderosas familias españolas, con finca en las afueras de Madrid, que nadie cita, que aportó, al menos, los 26 millones de pesetas necesarios de la época, 156.000 euros, para los primeros gastos.
Asimismo, parece probado, que mas de un centenar de ultraderechistas portugueses, muy bien armados cruzaron la frontera en la tarde del 23 F.

Los preparativos
Arturo de Gregorio, abogado, buen amigo de Antonio Tejero y de su mujer, Carmen , se encarga de gestionar la compra de seis autobuses. Arturo, fue miembro activo del Sindicato Vertical franquista, en donde se planificó la matanza de los abogados laboralistas de la calle Atocha de Madrid.
Para ello habla con Martín Berrocal, accionista principal de la empresa de transportes Larrea. Y le argumenta, que un empresario vasco, amigo suyo, amenazado por ETA, ha pensado poner una pequeña empresa de autobuses, para transporte escolar en Madrid.
El día 30 de diciembre de 1980, en Fuenlabrada, un pueblo cercano a la ciudad de Madrid, Antonio y Carmen, acuden a la firma del contrato. Los seis autobuses figuran a nombre de la señora de Tejero, Carmen Díaz Pereira.
Los responsables de la empresa Larrea, no se extrañan de ello. Tampoco, que el domicilio, que la mujer de Tejero pone al pié del contrato, es el de la calle de Guzmán el Bueno, 110, sede de la Dirección General de la Guardia Civil.
El día 25 de enero de 1981, Arturo de Gregorio lleva a Antonio Tejero al Polígono Sanitario de Fuenlabrada. Y allí, en la Nave 417, le hace entrega de los seis autobuses, por los que su esposa, Carmen, ha pagado dos millones y medio de las antiguas pesetas, quince mil euros de ahora. Y el teniente coronel, Antonio Tejero, se queda con las llaves de los vehículos y de la Nave 417.

La agresión de El teniente Izquierdo. Fotografía Copyright de Roberto Cerecedo

La acción
El lunes, día 23 de febrero, a la hora de comer, entran en la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, los seis autobuses de viajeros usados, algo viejos, pero limpios, de color crema, con la señalización de transporte escolar, bien visible en el parabrisas.
El coronel, Miguel Manchado, inicia el reclutamiento de números de la Guardia Civil de Tráfico a sus órdenes, de la calle Príncipe de Vergara de Madrid, antigua General Mola.
Los mandos saben muy bien a donde van. Y algunos, entre los mas leales, saben que van a una acción patriótica muy importante. El teniente coronel Tejero llega a las seis en punto de la tarde, con uniforme de paseo y tricornio. Y a decir de algunos con la mirada desorbitada y los bigotes lacios.

El espíritu golpista
El oficial lee, a los quinientos guardias civiles de la guarnición, las ordenanzas oficiales. Y Antonio Tejero les anima, diciéndoles que hay que salvar el honor de España. Que viene en nombre del Rey. Y pregunta, a viva voz, quién quiere salvar su honor.
Quince oficiales de la Guardia Civil están detrás de Tejero y señalan, uno a uno, con sus metralletas, a los agraciados.
Todos suben a los autobuses muy rápidamente, entre gritos de ¡venga, venga, venga!.
En el trayecto, que media, entre la Agrupación y el Congreso de los Diputados, los oficiales, en cada uno de los seis autobuses, arengan a sus subordinados varias veces.
-¡Vamos a liberar al Gobierno y a los Diputados, que han sido atacados por un comando de la ETA! ¡Vamos a ocupar el Congreso!.

El asalto al Congreso de Diputados
-Don Carlos Navarrete Merino.
-No- Contesta el Diputado, desde su escaño, a la pregunta del secretario primero del Congreso, Víctor Carrascal, en la votación de Investidura del candidato a la presidencia del Gobierno,  Leopoldo Calvo Sotelo, mientras los oficiales golpistas, bajan de los autobuses y reducen a los nueve números de la Policía Nacional que custodian las puertas y entran en el Congreso.
-Con vosotros esto no va. Pero si ofrecéis resistencia, os abrasamos- Les dicen .
-Don Manuel Núñez Encabo. -No. Contesta el siguiente Diputado. Mientras Antonio Tejero Molina y sus oficiales, van dando órdenes a la tropa, para que se sitúen en sus puestos y se dirijan prontamente al Hemiciclo. -¡Vamos.Vamos. Rápido!-.
Las fuertes voces de mando, se extienden por todo el Congreso. Y el ruidoso caminar de las pesadas botas contra las gruesas alfombras, que cubren el parquet, ponen en sobre aviso a los Diputados y al presidente del Congreso, Landelino Lavilla, que se dirige a uno de los ujier.
-Vaya Vd., por favor, a ver cuál es la causa de ese ruido y de ese llamativo alboroto.
El griterío va en aumento. Se escucha un fuerte golpe y se inicia un altercado con el personal del Parlamento. Y un ujier entra y e informa rápidamente al Presidente, fuera de si. 
-¡Han entrado unos hombres! ¡Unos hombres armados! ¡Pegando tiros!

La toma del Hemiciclo
-Se ha escuchado un golpe muy fuerte en el Hemiciclo-. Emite, en directo, para la Cadena Ser, el periodista radiofónico Rafael Luis Díaz, desde la tribuna de la prensa.
-¡Quieto todo el mundo!-. Grita, desde la tribuna, el Teniente Coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero Molina, que ha conseguido entrar en el Hemiciclo, esgrimiendo una pistola en su mano derecha.
-La policía, ¡La Guardia Civil!, entra en estos momentos en el Hemiciclo del Congreso de los Diputados-, continúa narrando Rafael Luis Díaz, mientras escucha las ráfagas de disparo de los guardias civiles y las de las cámaras de los periodistas gráficos presentes en la sala.
-Hay un teniente coronel que está apuntando al Presidente del Congreso de los Diputados. No podemos emitir más, porque nos están apuntando. Llevan metralletas. Añade.

El abogado militar Hernández Griñó.
Fotografía copyright de Roberto Cerecedo

Las imágenes
-No enfoques para acá la cámara o te mato. ¡Desenchufa eso! ¡Desenchúfalo!
El cámara de televisión española, con cierta sangre fría y profesionalidad, quitó el brillo del visor y no desenchufó la cámara, que continuó emitiendo.
Tampoco dejaron de hacer fotografías los periodistas gráficos Manuel Barriopedro y Manuel Hernández de León, de la agencia estatal Efe, que sacaron los rollos impresionados de película, ocultos en sus calzoncillos.

El mensaje de El Rey
Mientras, el general Jaime Milans del Boch emitía un bando en Valencia, del que era jefe de su Región Militar, en Madrid, los golpistas tomaron la sede de la Radio y Televisión Española, con la finalidad de controlar los medios de comunicación.
Pero en un momento de descuido, el director general de Radio Televisión Española, Fernando Castedo, le dijo al periodista Jesús Picatoste que preparara a un equipo, para grabar el mensaje de El Rey, que toda España estaba esperando. Y entre Pedro Erquicia, subdirector de informativos y él, montaron el dispositivo necesario y salieron hacia el Palacio de la Zarzuela.
Al llegar, a la residencia oficial del Jefe del Estado, el Rey les recibe vestido con uniforme de Capitán General y les enseña los dos folios tenía previstos para la emisión.
-A ver qué os parecen- Les dice.
-Muy bien. Magníficos, Señor- Le contestan ambos tras su lectura.
El Rey de España permanecía muy tranquilo. A su lado, El Príncipe de Asturias.
-¿Sabes, Felipe, cómo se apellida este señor? Pues, igual que lo que tu mojas a veces en el chocolate por las mañanas: Picatostes.
Preparando la grabación, Jesús Picatoste se da cuenta de que un par de relojes estaban a punto de dar las campanadas de las señales horarias.
-Convendría, Majestad, que se cambiaran los relojes de sitio o se movieran las manecillas, para las campanadas no interfirieran la emisión del mensaje. -Advierte certero
-Si. Es buena idea- Y la reina, en persona, se subió a una silla y adelantó las manecillas.
Finalizada la grabación la Reina preguntó -¿Todo bien. Verdad?
Si. Confirmaron y se hizo un silencio absoluto. Eran momentos muy especiales. Pero Jesús Picatoste tuvo los suficientes reflejos profesionales para solicitar, por razones técnicas, una grabación más y porque El Rey don Juan Carlos se había trastabillado en una de las palabras. Y como era un mensaje muy corto y conciso, esa pequeña equivocación, se notaría mucho.

Echando leches
Terminada la nueva grabación, el Rey la visionó y preguntó: -¿Ahora si. Jesús?.
- Ahora si. Majestad.-Confirmó Picatoste.
- Pues ahora, echando leches a Televisión Española- Ratificó el Rey. .
Pero fue absurdo, en las propias palabras de Jesús Picatoste, el protocolo de seguridad seguido, porque el mensaje de El Rey viajó, en el coche oficial de Televisión Española, debajo de su asiento, escoltados por dos soldados, con las metralletas asomando por la ventanilla. Y porque se cruzaron con varias unidades de élite de las tropas golpistas.
Algunos días después, acabada la intentona golpista, frente a la gran manifestación se convocó,  el periodista Jesús Picatoste habría de recordar aquella tarde cercana en que iba sentado encima del  Tomo Constitucional  de España.

La manifestación. Fotografía Copyright Agencia Estatal EFE

La fortaleza del Estado de Derecho
Tras la rendición de los golpistas, la respuesta de los ciudadanos fue echarse en masa a la calle en defensa de la Constitución, la libertad y de la democracia, en la mayor manifestación multitudinaria que jamás haya conocido España.
Las imágenes emitidas por Televisión Española del asalto al Congreso, el mensaje de El Rey y las fotografías de Manuel Barriopedro y Manuel Hernández dieron la vuelta al mundo, en un sano ejercicio de la recuperación de la memoria histórica.
Sin esas imágenes, por ellos proporcionadas, la noción que hoy tenemos sobre el intento golpista del 23 F, no serían las mismas. 
El periodismo gráfico fue un elemento fundamental para la restauración de la democracia y de las libertades y el fortalecimiento del Estado de Derecho.

Roberto Cerecedo. Todos los derechos reservados. Queda rigurosamente prohibida su reproducción total o parcial, por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, sin autorización expresa y por escrito del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas en las Leyes.

lunes, 3 de agosto de 2009

LA EMPLEADA DOMÉSTICA DE LOS GARCÍA

 
Fotografía copyright © Roberto Cerecedo
 
Fotografía Ganadora del 22 Concurso Hispanoamericano de Fotografía Documental
 
La empleada doméstica
Dieron las once y media de la mañana en el carillón del reloj de la iglesia de la calle Goya, cuando me adentré, con mi perro Roy, por el populoso Barrio de Salamanca de Madrid. 
Disfrutábamos del primer día de unas merecidas vacaciones.
Pudimos, entonces, perdernos por sus calles semivacías rodeados de vistosas tiendas, casi sin clientela, entre enormes bloques de oficinas ausentes, dejándonos llevar por el caminar placentero de sus ampulosas calles sin tiempo, acechados, a cada paso, por el implacable sol de agosto de la estepa castellana,  buscando, instintivamente, la acogedora sombra, casi sin darnos cuenta.
Cuando de repente, en un recodo del camino, algo recabó la atención de Roy que se detuvo en seco y dirigió su cabeza a un punto fijo en lo alto.
Sorprendido, efectué el recorrido completo que me indicaba su mirada y al alzar la vista observé, sobresaltado, como una persona estaba encaramada en el exterior de la cornisa de la tercera planta, en lo alto de un voluminoso edificio de viviendas.
Mi sorpresa fue mayúscula. Y mi primer impulso instintivo fue el de avisar a los bomberos.
Salvamos las vallas, y los innumerables agujeros, cascotes y materiales, de una obra próxima y nos acercamos algo mas.
Pudimos observar, entonces, que se trataba de una señora mayor, vestida con un traje estampado caribeño, un guardapolvo azul marino y un delantal blanco, tal y como imponen los barrios pudientes a sus empleadas domésticas, además de la cofia y en zapatillas caseras, de las de andar por casa, de paño escocés que, temerariamente, con todo su cuerpo en el exterior, se agarraba fuertemente, con su mano izquierda, al travesaño de la ventana., mientras con la otra mano, la derecha, limpiaba con dedicación y esmero los cristales del exterior de la casa.
El carnicero de la esquina me comentó que era la empleada doméstica de los señores García, que se habían ido de vacaciones.
Se quedaron impresionados en mi retina los pómulos sonrosados de Ana Isabel Muñoz Guzmán. Los del calor asfixiante. De la fatiga reflejada en su rostro. Los de un trabajo peligroso y duro, impropio de su avanzada edad.
Ese día portaba una pequeña bolsa con mi cámara fotógráfica Nikon y un par de objetivos y capturé la escena para dar textimonio de las causas justas y me fui de allí con una enorme indignación. 
No pude, por menos, mostrar mi enorme indignación y desagrado, por la explotación ajena.
El de las personas menos favorecidas, en busca de nuevos horizontes.
 
Posdata
Esta fotografía de Ana Isabel Muñoz Guzmán, la Empleada Doméstica de los García, fue la Fotografía Ganadora del Veintidos Concurso Latinoamericano de Fotografía Documental.
 
Justificación del Jurado
"Esta elocuente fotografía de Roberto Cerecedo constituye una evidencia de la explotación humana ejercida en el siglo XXI sobre mujeres latinoamericanas que hacen vida en España por razones diversas. Costaría creer que los dueños del apartamento donde ejerce oficios domésticos Ana Isabel Muñoz Guzmán, mayor de edad, no saben que ella limpia estos cristales regularmente con riesgo de su propia vida. El tamaño de la figura de la trabajadora doméstica en comparación con el resto de la fachada pone a pensar qué tan grandes son las dimensiones  de su mundo adoptivo laboral. Se ve minúscula ante la enormidad de las tareas que le esperan cada día".   
 
Descripción de la Obra
Ana Isabel Muñoz Guzmán es una migrante colombiana de 73 años que trabaja como empleada doméstica de la familia García en un populoso barrio de Madrid. Mientras los dueños están de vacaciones ella aprovecha para limpiar los cristales de la parte exterior de las ventanas, parándose temerariamente sobre la cornisa.
 
Ficha Técnica
Cámara Fotográfica Nikon F4
Objetivo Nikon 180 mm. 
Obturación 125. Diafragma F8
Película Ektachrome 100  

Roberto Cerecedo. Todos los derechos reservados. Queda rigurosamente prohibida su reproducción total o parcial, por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, sin autorización expresa y por escrito del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas en las Leyes.