miércoles, 25 de marzo de 2015

MONCHO ALPUENTE. MÚSICA, PERIODISMO, MOVIDA Y JUVENTUD

Moncho Alpuente. Foto © Europa Press

Moncho nació en la céntrica calle del Pez de Madrid y estudió con todo tipo de curas: Agustinos, escolapios, jesuitas, salesianos, maristas, antes de cursar estudios en La Escuela de Periodismo. Y empieza a trabajar, muy pronto, a los 12 años, en la Revista SP, haciendo de chico de los recados primero y un año después de archivador.

El Archivo
Fue a pedir trabajo en todos los medios de comunicación de Madrid conocidos y se lo dieron de Archivador Fotográfico en la Revista SP. Y me cuentan, sus antiguos compañeros de redacción, que cuando deja el Archivo tardan más de año y medio en ponerlo en funcionamiento de nuevo.
-“Yo, que era la persona más desorganizada del mundo y que iba buscando un tipo de profesión que fuera lo suficientemente dispersa para poder hacerla, me colocaron en el Archivo Fotográfico. Pero allí me encontré a muy buenos compañeros. Y el Archivo Fotográfico estaba organizado de tal forma, que por ejemplo, para localizar una foto del arzobispo de Madrid Alcalá, lo tenías que buscar en la carpeta de Hechiceros Africanos. Porque allí se llevaba todo con cierto sentido del humor. Me divertí bastante”. Confirma Moncho. Su primer trabajo periodístico Lo primero que lo tocó escribir en la Revista SP fue una esquela, que dada su afición con el clero el lenguaje lo conocía bien. Y como era un chico muy joven y quería escribir lo planteaba directamente:
-“Quiero escribir de Literatura, y de Política Internacional”. De política nacional no se podía escribir, porque ya te lo envían hecho la Dictadura del General Franco. Corría el año 1967.
-“Mira chaval, le contesta el redactor jefe, tu no puedes escribir de Literatura, que la lleva el prestigioso escritor fulano. Ni de Política Internacional. De esa sección se encarga menganito, que ha estado en varias guerras, ha efectuado treinta mil viajes y habla varios idiomas”.
 -“Entonces de la Sección de Música”, contestó Moncho de corrido.
-“Bien. Nadie se ocupa de ella. Puedes entonces ocuparte de la música”, le dijo.




Las Madres del Cordero
De allí le surge su tempranera afición musical y compone la letra y la música de numerosas canciones y forma su primer grupo.
Y lo que no se podía hacer por aquel entonces en la prensa, como el tratar con cierto sentido del humor temas de contenido político, cultural o social, lo hacía a través del grupo de canción satírica Las Madres del Cordero. Nombre, que por una parte fue un homenaje al grupo estadounidense Las Madres de la Invención de Frank Zappa y por otra, a la frase célebre castellana del quid de la cuestión o la madre del cordero. Y su repertorio es de lo más variado.
Tenían una canción que se llamaba Bala Con Nosotros, en la que se impartía una lección para balar, en la que según hablaban los jefes, contestarles exactamente igual. U otras, como La Niña Tonta de Papá Rico.
Compaginaba sus estudios, en la Escuela de Periodismo, con el trabajo. Y en el tiempo libre actuaban en donde podían.
Su primera actuación fue en el País Vasco, en la capital de Vizcaya, en Bilbao. Y cuentan que los organizadores estaban contentísimos. Creían, por el nombre, que Las Madres del Cordero era un grupo de chicas. Incluso les habían reservado alojamiento en un Colegio Mayor Femenino.
Pero todo se vino abajo cuando hicieron su entrada cuatro individuos barbudos, con chupas de cuero y largas melenas. Y cuando en sus conciertos la gente gritaba justicia y libertad. Y la mayoría de sus festivales terminaban con la aparición de la brigada político social de la policía.


El Grupo de Teatro Tábano y Castañuela 70
Seguidamente Las Madres del Cordero se unen al Grupo de Teatro Tábano y forman Castañuela 70. Un maravilloso espectáculo teatral que obtiene enseguida un enorme éxito popular y permanece un mes en cartel, y con todas las entradas vendidas para dos meses consecutivos, a pesar de la férrea censura franquista, a la que se intentaba seguirle el juego en todo momento.
Tal es así, que el final del espectáculo estaba basado en esos paneles que utilizan los fotógrafos de las ferias, por donde se introduce la cabeza y hay diferentes cuerpos. Uno de ellos, era un panel muy grande, de dieciocho cuerpos, con una representación de lo que era España entonces: Guardias civiles, curas, monjas, un obispo, una serie de señores vestidos de gris, un futbolista, un torero. Entonces vino el censor, un señor con una brocha con pintura negra y los fue tachando uno a uno.
-El cura, ¡fuera! La monja, ¡fuera! El obispo, ¡fuera!, gritó desaforado.
Y claro, lo dejaron así. Y, gracias a la censura, tenía mucho mas impacto el panel final.
Puesto que se podían ver tres o cuatro figuras y el resto, permanecían tapadas por unos enormes manchones de pintura negra.


Portadas del cd y del vinilo Desde Santurce a Bilbao Blues Band. © Moncho Alpuente

Desde Santurce a Bilbao Blues Band
Como con Las Madres del Cordero, no había forma de conseguir ningún permiso de las Autoridades para actuar en ninguna parte, deciden poner un nombre a su banda que despistara mucho y nadie supiera muy bien de que iba. Y lo cambiaron por el de Santurce a Bilbao Blues Band.
Con ellos, Moncho Alpuente cosecha uno de los mayores éxitos comerciales de todos los tiempos, con el tema ¡Adelante Hombre del 600! Una canción que se cantaba en todas las excursiones. Que es la historia típica del dominguero, que sale con toda la familia en su flamante automóvil, el popular Seat 600, al campo y le ocurren toda clase de desgracias: Que si se encuentran con una formidable caravana de coches, que la niña tiene ganas de orinar justo cuando están en el medio del embotellamiento, que la suegra va dando la bronca y quejándose por todo en el asiento de atrás. Además, encima ese día llueve muy fuerte. ¡Un verdadero desastre!

Radio precintada. Foto © Roberto Cerecedo

Vista de Gris. La Moda del País
Todo parece ir bien, hasta que en una noche inesperada, entra la policía, se encienden las luces, se interrumpe la representación y se llevan a todos los componentes del grupo Desde Santurce a Bilbao Blues Band detenidos y les obligan a cantar repetidamente en la Comisaría de Policía una canción titulada Vista de Gris. La Moda del País.
Porque, entre la cantidad de canciones que, políticamente, eran más fuertes que aquella de todo su repertorio, lo que más le molestaba a la policía era aquella canción, que tenía una estrofa que decía: Vista de gris la moda del país. Y no se meta el dedo en la nariz.
Ese día, afortunadamente, Moncho Alpuente, tenía trabajo en el periódico. Corría el mes de noviembre de 1975, el General Franco estaba enfermo y todos los periodistas hacían turnos voluntarios para cubrir la información.
Y el Grupo Desde Santurce a Bilbao Blues Band sin él, actuó en la Discoteca KU de San Sebastian. Y el cantante que le sustituía empezó a hacer chistes sobre El Equipo Médico Habitual, o una parodia del Príncipe Juan Carlos saliendo con la calavera del General Franco en la mano preguntándose: ¿Seré o no seré?
Y entró la policía y se los llevaron a todos. Y al cantante, le tuvieron toda la noche metido en un water, cantando la canción aquella. Y cuando llegaba a la estrofa: Vista de gris. La moda del país. Le pegaban.

 Culto y polifacético periodista 
Así era Moncho Alpuente, uno de los más cultos, prolíferos y polifacéticos periodistas y cantantes del panorama nacional que nos dejó el pasado sábado día 21 de marzo de 2015 en Las Islas Canarias.
Yo le conocí y prodigué su amistad fraternal, desde los tiempos de la Revista Opinión. Una revista de información general que, teóricamente, tenía que hacer la competencia al mítico Semanario Cambio 16. La editaba la Editorial Planeta, había muchísimo dinero detrás y tenía que ser la super revista. Que para dirigirla nos enviaron a Antonio Alemany. Un hombre muy relacionado con la derecha de Baleares, presidente del Partido Popular Balear, que había sido director del Diario de Mallorca, posteriormente asesor de los discursos del Presidente Balear, Jaume Matas, y actualmente en prisión, en la Cárcel de Palma, por el Caso Arena, para cumplir una pena de dos años y tres meses de cárcel por malversación de caudales públicos.
La Revista Opinión acabó con una huelga unánime de la redacción. Y a partir de ahí comenzamos a abrir y cerrar numerosas revistas y periódicos juntos como: Guadiana, Qué, El Periódico de Madrid, Reporter. ¡Unas siete u ocho como mínimo!

A. Banderas, C. Maura y P. Almodovar. Photo © Balbino Ferrero
La Movida 
Algunos acusan a Moncho Alpuente de ser el padre de La Movida. A lo que él se defiende alegando que La Movida le tocó mayor.
-“A mi cuando alguna vez me han dicho eso, siempre he contestado, que si yo hubiera sido realmente el padre de La Movida, ¡pues vaya Movida! Pues a mi me pilló ya con treinta y tantos añitos y era una cosa de gente de 15 a los 17 años.
Lo que pasó es que algunos que estábamos en los medios de comunicación y éramos periodistas, estábamos absolutamente hartos de las mismas entrevistas y ver repetirse las mismas caras y los mismos individuos en todos programas de radio, televisión y en la prensa impresa. Siempre salían Ana Belén, Víctor Manuel, Fernando Fernán Gómez o Sara Montiel. Y creímos que era el momento de sacar a gente mas joven que estuviera haciendo algo en nuestra ciudad y que no conociera nadie. Y a partir de ahí comenzamos con Alaska, Ouka Lele, Ceesepe, Hortelano o Pedro Almodóvar. Y sirvió, para que durante algún tiempo, pudiéramos explicar que este señor se llama Pedro Almodóvar, ha hecho tan solo una película con muy poco presupuesto y es un tío muy interesante, aunque no lo conoce nadie. Pero para que lo conozcan estamos nosotros.
Y la muerte de La Movida, fue porque los medios de comunicación, después de haberla explotado durante mucho tiempo, insistían en seguirla explotando.
En aquella época gloriosa, llegué a escribir de ello en un periódico de Hong Kong. Había un interés enorme. Era la visión superficial que todo el mundo tenía de Madrid, como el de una ciudad enormemente divertida.
Y era cierto que existía una gran tolerancia, como el montar pequeños bares con actuaciones, sobre todo por el que fuera el mejor alcalde de Madrid, don Enrique Tierno Galván.
Lo que tenía Madrid entonces, era que en una misma noche había cincuenta espectáculos en directo, de gente que no conocía nadie, que estaban empezando y se les daba la oportunidad de salir a un escenario. Y lo más interesante de La Movida Madrileña es que no era de Madrid nadie. Habían llegado de su pueblo y se les daba una oportunidad”.

Dibujo © Magazine Diario El Mundo

Madrid Me Mata
A los periodistas Moncho Alpuente y Ángel Petrica, se les ocurre pasear el slogan Madrid Me Mata impreso en una pancarta con una avioneta por todo Madrid. Se les había ocurrido, que con esa frase de Oscar Mariné se podía hacer algo interesante. Y reuniendo los escasísimos ahorros que tenían y como grandes empresarios que siempre han sido, decidieron alquilar a un señor una avioneta para que lo paseara por Madrid el día de San Isidro. Luego, a partir de ahí hicieron, como si nada, una colección de postales, un programa de radio y una revista. Toda una campaña de animación socio cultural, en donde se intentara explicar las relaciones que unen a la gente con su ciudad. Para Moncho, Madrid es una ciudad que le era necesaria y que le resultaba imprescindible para muchas cosas. Por un lado la amaba muchísimo y por otra la odiaba profundamente. Y el slogan Madrid Me Mata explicaba esas relaciones de pareja que son tremendas y terribles.

A los bares nunca se puede entrar a gatas
En cierta ocasión me interesé por su vida nocturna.
-¿A dónde vas por las noches? Le pregunté. Vivía en Segovia, casi no salía de allí.
-Cuando voy a Madrid, que suelen ser tres días a la semana, a entregar trabajos y otras cosas, me muevo por mi barrio de Malasaña. Soy de los más fieles. Ya llevo muchos años y tengo barra libre en casi todos los sitios de copas. Todos los dueños de los bares son amigos míos y de vez en cuando hago un pequeño vía crucis. Empiezo por mi vieja calle en donde nací, la calle del Pez y subo por la calle de la Madera para entrar en El Agapo, subo a la calle Espíritu Santo, bajo por la calle de San Andrés, atravieso la Plaza del Dos de Mayo y salgo a la Glorieta de Bilbao, en donde acabo el recorrido.
 -¿Cómo sueles llegar a tu casa? Le pregunté curioso.
-A mi casa de Madrid suelo llegar en taxi. Yo no conduzco y a esas horas uno ya no controla. Como decía Groucho Marx: A los bares nunca se puede entrar a gatas. Pero salir, si que se puede. De todas formas hace mucho tiempo que no bebo en garrafa y procuro no parar en todos los bares.

Jóvenes. Foto © Francoise Dasques

 La Juventud, drogas y rock and roll
-¿Cómo ves la nocturnidad y el rock and roll, sobre todo en los chavales más jóvenes?
 -Hay una cosa terrible: Los únicos locales que tenemos en nuestra ciudad son sitios cerrados. Y lo único que se puede hacer allí es beber. A mis 16 años era así. Acababa de descubrir las cañas de cerveza y fue como ahora el efecto de las litronas. Y es normal que un grupo de chavales, de 17 o 18 años, se beban una litronas de más en su vida.
Lo que verdaderamente me preocupa es el caballo. Una droga, que ha sido intencionadamente introducida en la gente joven, para que no fueran rebeldes.
La maldita heroína se empezó a imponer en los Estados Unidos de América, cuando la gente mas joven estaba consumiendo otro tipo de drogas mas blandas, que les hacía pensar ciertas cosas contra el sistema establecido.
Chavales de 18 años estadounidenses, que consumían Marihuana, empezaron a manifestarse en contra de la Invasión de Viet Nam o no quería tomar el puesto de trabajo de su padre. Entonces, para acabar con todo esto se introdujo la heroína.
Siempre recuerdo, que a cualquier persona de mi generación en España, si nuestro padre nos hubiera dicho a nuestros 17 años: Mira hijo. Tú vas a trabajar en la misma fábrica de tu padre, en donde ha estado 40 años y te vas a jubilar a mi misma edad, haciendo lo que hace tu padre. El chaval huiría a Katmandú o a Ibiza y se ponía a tocar la guitarra en la esquina. Hacía lo que fuera para evitarlo. Sin embargo ahora, sorprendentemente, la gente está deseando encontrar algo seguro, aunque sea embrutecedor, siniestro y mal pagado.
Con ese tipo de cosas, lo que han conseguido es que la gente joven sea menos rebelde y se integren antes. Y los que no se puedan integrar se mueran directamente, que para eso está el caballo.
Como sobra mucha gente joven y hay mucho paro y lo único que van a causar son problemas, vamos a darle una droga cuyos orígenes son mas antiguos que el mundo.
Una droga de muerte.
No ha hecho más que aparecer la heroína en los Estados Unidos y se acabó la rebeldía. Y todo el mundo a votar conservador inmediatamente.
En este sentido hubo un informe en la revista española Triunfo, en el que cuenta que algunas batallas de Camboya y Laos, el ejército estadounidense las perdió, porque en vez de apoyar al ejército laosiano, estaba controlando los barcos de heroína que partían para los Estados Unidos, que era mucho mejor negocio. Y miles y miles de kilos llegaron en aviones militares, incluso dentro de los féretros de muertos.
Era evidente. Si conseguías que la gente joven, en lugar de tomar marihuana tomara heroína, habías convertido a un rebelde, en un marginado total y absoluto.
Fue terrible, que una nueva generación de estadounidenses, de pronto empezara a aprender que la sociedad de sus padres no era perfecta, que el gobierno no era maravilloso, que los Estados Unidos de América no era el mejor país del mundo y que empezaran a seguir el camino de los hippys.


 El Barrio de Malasaña de Madrid 
-¿Cómo es tu barrio?
-Hay una cosa que me preocupa, al hablar de mi Barrio de Malasaña y de Madrid en general. Se está usando, con relativa frecuencia, una vieja técnica que se ha empleado eficazmente en los Estados Unidos de América, sobre todo en la ciudad de New York. Una técnica muy sencilla, que consiste en que, cuando se deseaba especular con un barrio en donde la gente pagaba rentas muy bajas y era muy interesante que esos metros cuadrados de viviendas subieran de precio, lo que había que hacer es que abandonaran sus viviendas. Y, para conseguirlo, la policía empujaba allí a los traficantes de crak, metía a la población negra en donde había población blanca, o mezclaba portorriqueños con judíos. Con lo cual creaba una serie de tensiones insoportables y los viejos residentes del barrio se tenían que ir, y vendían a un precio muy barato sus pisos y apartamentos, porque no podían aguantar la violencia y la inseguridad que se había generado. Viviendas que compraban rápidamente poderosas inmobiliarias. Y cuando estaban rehabilitados y su valor subía de precio, cogían a los traficantes, negros conflictivos y los portorriqueños que tenían en ese barrio y se los llevaban al barrio de al lado para efectuar el mismo proceso.
Y ahora llega el momento de limpiar mi Barrio de Malasaña, porque hay manzanas y manzanas de casas compradas por inmobiliarias importantes y los pisos se han revalorado. Ya no queda nadie de los que pagaban rentas antiguas de dos mil pesetas, actualmente doce euros al mes, por pisos de once habitaciones. Aunque muy degradados. Porque el casero, claro, no quería poner nunca ni un duro para arreglarlo. Como no pueden echarlos, por los contratos, la manera de hacerlo es esa. Yo he visto casas, en la calle de La Palma, en donde vivían dos matrimonios ancianos, que eran los únicos que aguantaban allí, en un segundo piso en donde faltaban trozos de escalera y te encontrabas auténticos Aduares. Zonas en donde había tejidos africanos en las paredes, y mezcla de las razas más dispares. Creí estar en cualquier parte del mundo menos en Madrid.
Se hace para que unos pacíficos ancianos les regalen la casa. Y en el momento en que se largan, aquello se limpia rápidamente y se hace la necesaria rehabilitación. Que consiste en dejar la fachada exactamente igual. Y en donde antes vivían veinte familias, en los mismos metros cuadrados intentar meter a cincuenta, con unos precios desorbitados.
Esto es exactamente lo que se está haciendo en el centro de Madrid.


© Roberto Cerecedo. Quedan todos los derechos reservados. 
En Madrid. Un frío domingo lluvioso de primavera, de 22 de marzo de 2015. En una noche dolorosa, marcada por la partida de Moncho Alpuente.